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Por Micaela Bordes para Ada ITW

Continuamente estamos leyendo sobre la disparidad de género que sufren las mujeres en distintos ámbitos de su vida. Laboral, social, familiar, físico, etc. Sin embargo es necesario involucrarse y ofrecer cualquier tipo de ayuda que surja para ser parte del cambio y no un simple espectador.

Una pequeña manera de empezar es informándose, cuestionándose y debatiendo entre pares.

La importancia de este proceso radica en no ignorar o hacer oídos sordos a aquellas problemáticas que nos rodean y que perjudican a miles de mujeres. Si dejamos de naturalizar estas cuestiones y comenzamos a darle la entidad que se merece, estaremos comenzando a transitar el camino hacia la igualdad.

Aquellas personas ajenas al ámbito de la tecnología poco conocen sobre la brecha de género que la caracteriza. Las mujeres no son tenidas en cuenta para ocupar cargos importantes laborales, no cobran el mismo sueldo que un hombre y además son víctimas de la discriminación constante ejercida por pares o incluso por sus superiores. Se las ignora, se las menosprecia personalmente o se le quita valor a sus trabajo. María Guillermina D’onofrio, directora Nacional de Programas y Proyectos del MCyT, presentó un informe en febrero del 2021 que asegura que solo el 22% de los altos puestos en tecnología están ocupados por mujeres.

Remarcó que más allá de que las mujeres son mayoría, acceden en menor medida que los hombres a los puestos más altos de la carrera de investigación.

Si bien en el ámbito público el número de participación es un poco más alentador (6 de cada 10) en el sector privado todavía queda mucho trabajo por hacer ya que la presencia de mujeres es 1 de cada 4.

¿Desde qué punto debemos intervenir para evitar llegar a esto? La disparidad de género se hace presente desde que somos pequeños. En nuestras casas, con la familia, en el colegio. Son los entornos clave que deben asegurarse de ofrecer las mismas oportunidades y evitar perpetuar los estereotipos. El problema comienza cuando las niñas desde edades tempranas deciden evitar las matemáticas o las ciencias creyendo que no son buenas para eso ya que es la figura masculina la que está ligada a estos saberes.

A esta situación también se le suma la falta de referentes mujeres que se destacan en las carreras STEM, que existen pero no son tenidas en cuenta o son invisibilizadas.

El desconocimiento y el desinterés en estas áreas y más adelante a la hora de elegir carreras universitarias hace notoria la gran diferencia en las aulas entre mujeres y hombres, lo que más tarde devendrá en la falta de ellas en los puestos laborales.

¿Qué podemos aportar para cambiar esta situación? Debemos seguir insistiendo en aplicar mayores políticas que fortalezcan la presencia de las mujeres en la tecnología.

Como organismos educativos es hora de instruirse para terminar con la prolongación de imágenes que refuerzan los roles de género e influyen directamente en el entorno profesional.

Se debe estimular el interés en los puestos de tecnología desde el colegio primario para todas las personas. También visibilizar las diferencias, investigar y hacer notar los números y estadísticas que reflejan la verdadera situación de desigualdad que se vive en las empresas. Reconocer de dónde viene y repensar las políticas que tienen como objetivo garantizar ambientes laborales sanos y justos para las mujeres. Generar espacios dentro del contexto de trabajo en los que se debata, se le dé lugar a esta problemática, se escuche y se respete las distintas opiniones. Pero fundamentalmente, hay que hacer hincapié en que no sea algo de unos pocos ya que para atinar a un cambio es necesario que se involucren todos: mujeres, hombres, padres, madres, Universidades, colegios, empresas, etc.

Cada ámbito tendrá algo valioso para aportar que hará la diferencia y llevará a la sociedad a estar a un paso menos de acortar la brecha de género.

 

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