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Por Micaela Bordes para Ada ITW

Si hacemos un recorrido a través de la participación de las mujeres en tecnología podría sorprendernos descubrir que en los comienzos de la industria eran ellas las que ocupaban los cargos relacionados a la computación. Durante la década del 70 era notoria la presencia mayoritaria de las mujeres debido a la relación entre la computadora y los trabajos de secretaria. Sin embargo, años más tarde cuando estas comenzaron a utilizarse para uso personal, fueron destinadas a los hombres de la casa. Desde ese entonces, se perpetúa una estereotipación dentro del área STEM que enfatiza un grave problema a nivel mundial: la escasez de las mujeres en la industria.

¿Cuáles son los factores que realzan esta brecha y qué podemos hacer para acortarla?

El problema no radica simplemente en la falta de inclusión de las mujeres en los trabajos, sino que viene desde antes con la disparidad de los géneros en el contexto universitario.

Un estudio aportado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) demuestra que en 2015 si bien el porcentaje de estudiantes y egresadas mujeres en las universidades de Argentina es mayor al de hombres, las cifras no se mantienen cuando nos referimos a las carreras de tecnología en particular. La mayoría de las estudiantes se enfocan en carreras de Idiomas, Salud o Humanísticas con el 82, 76 y 72% respectivamente. Mientras que en el área de las Ciencias Aplicadas e Ingeniería solo alcanzan el 25%. Parte del estudio también consta en identificar en qué momento las niñas pierden el interés en este campo:

ya entre los 6 y 8 años ellas asocian las matemáticas a las habilidades masculinas.

Durante la primaria, la prueba Aprender (dispositivo nacional que permite obtener información sobre la educación primaria y secundaria de nuestro país) muestra una igualdad en las capacidades de niños y niñas en matemática en la primera etapa mientras que en el colegio secundario se agudiza la diferencia y los varones obtienen casi 10 puntos más. Es fundamental identificar que los estereotipos que continúan apareciendo durante el crecimiento de los infantes implican uno de los motivos que más adelante agudizarán esta brecha de género.

A falta de la presencia de mujeres en los estudios universitarios, los cargos de los trabajos IT están ocupados mayoritariamente por hombres.

Esto implica problemas a la hora de la socialización y aceptación de las capacidades. Tanto en contexto de universidad como de trabajo se puede percibir un trato discriminatorio hacia la minoría de estudiantes que niega la necesidad de un ámbito amigable y accesible. Otro conflicto radica en que al ser una industria ocupada mayormente por hombres los productos y servicios suelen apuntar solamente al consumo de este grupo, evitando así las necesidades de la otra mitad de la población. Por último y no menos importante, la brecha salarial es un obstáculo que persiste en nuestro país desde siempre. Según datos aportados por el INDEC la diferencia entre salarios varía entre un 15% y un 30% abarcando todos los cargos: desde los juniors hasta ejecutivos.

En promedio las mujeres perciben un salario equivalente al 74,2% de los hombres.

Este aspecto se da en todas las áreas de trabajo, pero en la de tecnología en particular se suma a la desmotivación que genera la falta de políticas y tratos adecuados en cuanto a la inclusión de las mujeres en la industria. 

Se debe recalcar la necesidad de tomar medidas de manera inmediata para evitar que esta brecha se siga extendiendo y generar los efectos contrarios. Para eso, es importante contar con más herramientas de medición y de estadísticas a nivel nacional y mundial sobre la situación de las mujeres en los cargos de tecnología. A su vez, visibilizar esta problemática e instruir a quienes son parte de la industria para determinar cuál es el mejor camino hacia la inclusión y aplicar los cambios que sean necesarios. Manifestar lo valioso que podría ser generar ambientes más diversos, distintas perspectivas y así enriquecer el contexto laboral y apuntar a públicos más abarcativos. Por último, crear espacios que se dediquen puntualmente a la inserción de las mujeres dentro de la tecnología y demostrarles que las capacidades y habilidades no son una cuestión de género y que es posible que ellas tomen su lugar y sean parte de la industria tecnológica. 

 

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